—Sí. Y nosotros también. Pero lo que nos lo impidió es lo que nos hace mejores que aquellos que querían utilizarlo.
—¿Vale la pena poner en peligro todos los mundos por una persona?
—Sí.
Aunque la seguridad de Ulma la tranquilizaba, no despejó del todo sus dudas.
—¿Eso no es egoísta? ¿No estamos poniendo a mucha gente en riesgo en aras de nuestro sentido particular de la moral?
—Todo lo que hacemos es egoísta. —Ulma se encogió de hombros—. Cuando intervenimos para salvar a otros, lo hacemos para sentirnos bien con nosotros mismos. Cuando tomamos una decisión ética es porque nos hemos convencido o nos hemos dejado convencer de que nuestra ética es superior a la de los demás. —Miró a Rielle—. Pero nuestro egoísmo constituye un mecanismo de supervivencia. Las personas cambian cuando matan. Si tú o yo lo hubiéramos matado, ¿qué habría impedido que las personas en las que nos habríamos convertido se valieran del mismo razonamiento para justificar otras muertes? Podrías decir «solo por esta vez», pero cuando tu vida tiene una duración indefinida, ¿cuánto tardas en encontrarte frente al mismo dilema? Cuando has razonado así una vez, es fácil caer en ello de nuevo. Al no matar, protegemos a las personas que somos ahora.

~La promesa del sucesor ~ (La ley del milenio) Trudi Canavan.